En 1871, Charles Darwin escribió la siguiente frase premonitoria: es muy probable que nuestros primeros progenitores vivieran en el continente africano. Hoy sabemos que las tierras bajas de la región de Afar, en las negritudes del África oriental, fueron nuestra cuna. Aún conservamos en el organismo los átomos de azufre de los volcanes del Rift y las moléculas de agua del Nilo Azul. Los primeros indicios de este pasado africano los desveló una pizpireta paleoantropóloga llamada Mary Leakey, un siglo después de la publicación del Origen de las Especies.